viernes, 7 de diciembre de 2012

Ley de Medios, un medio ¿para qué?




Para analizar la ley de medios es fundamental enmarcarla dentro de la política general del kirchnerismo. El análisis abstracto y aislado sólo conduciría a conclusiones parciales y concesivas con la clase dominante. En este sentido, debemos tratar la ley no sólo de forma integral sino como una medida estatal, situada en un momento político particular en el cual el kirchnerismo tenía necesidades políticas particulares.
La ley adquiere forma de consigna política constituyéndose en  expresión de una supuesta vehemente cruzada contra los monopolios. Como si ésta fuera una romántica anomalía que escapa impacientemente de la estructura económica y de una política que favorece la concentración de capital. Como si los medios de comunicación (herramienta central en la construcción de hegemonía) existieran libremente por fuera de las reglas de la economía. En este marco, cualquier reotorgamiento de licencias no puede conducir más que hacia una “pluralidad” de voces entre los mismos voceros de la burguesía. Es así, que esta ley es tan "progresiva" como la compra forzosa de acciones a Repsol, la estatización de las AFJP o la nacionalización de aerolíneas. Los capitalistas se reparten la torta y algunos pecadores (por ingenuidad o irresponsabilidad) aplauden sin resquemores como focas.
Es importante poner en discusión no sólo cuánto puede o no ser afectada la situación actual de los medios de comunicación (en estos tres años los medios alternativos, que entran en la categoría “sin fines de lucro” establecida por la ley, no han sido beneficiados ni un ápice por la nueva legislación) sino, fundamentalmente, cómo juega esta medida en la construcción de la  política sin historia del kirchnerismo. Este oficialismo “tan preocupado” por la democratización ha alentado y beneficiado a los monopolios sistemáticamente. Los mismos legisladores que votaron la “ley Clarín” para salvar su negocio, el mismo gobierno que prorrogó licencias por diez años y que habilitó la fusión Cablevisión y Multicanal pretenden reencarnar en una nueva fuerza política “progresista” sin historia y sin compromisos que la aten al pasado.
Esta concepción de la política sin historia es uno de los mecanismos con que la dominación pretende frenar la organización y la autonomía de las clases subalternas. Siquiera se trata de un intento del Kirchnerismo  de apropiarse, mediante su realización y capitalización, de un reclamo sentido por un sector social sino de suplantar ese reclamo por la escenificación de un enfrentamiento entre el oficialismo y una parte de la “oposición”, donde la lucha por la democratización de los medios de comunicación se encuentra hipócritamente burlada, velada por un ahistórico manto “progresista”. 
En este sentido, se vuelve fundamental realizar una historización de la medida, para ubicar el contexto político en el que tuvo origen y el contexto político en que se desarrolla. La ley tiene lugar en el marco de un año signado por el conflicto por la 125, donde el kirchnerismo, en parte debilitado, recurre (entre otras cosas, como la asignación universal por hijo o el plan argentina trabaja) a una política de reconquista de los sectores medios, mediatizada por la afrenta con Clarín. Un enemigo construido según las exigencias de la circunstancia. Tres años después el Kirchnerismo continúa apelando al mismo discurso aun cuando las fantasías en torno a la existencia de una amenaza destituyente o de proyectos alternativos dentro de la burguesía pierden cada vez más fuerza. Es así que el enfrentamiento entre la "derecha destituyente" (Clarín) y la democracia (encarnada por el gobierno nacional) pierde sustento en tanto construcción simbólica por la capacidad de impacto que tiene en el escenario político actual. Clarín no expresa un proyecto burgués alternativo sino que a lo sumo trabaja por algún recambio de expresión política. No obstante, hoy sigue siendo el kirchnerismo quien mejor articula los intereses de la clase dominante y ningún sector de la “oposición” está aún en condiciones de reemplazarlo en su rol. Sin embargo, debemos señalar cierto debilitamiento del oficialismo a la hora de sostener su hegemonía, marcado por las dos líneas de fisura abiertas a partir del alejamiento de una parte de la pequeña burguesía y una fracción de la CGT que arrastra consigo un sector del movimiento obrero.


Tragedia griega. Clarín y el kirchnerismo
Debemos señalar entonces que el Grupo Clarín ha sido uno de los grandes beneficiarios del “modelo”. Tras la licuación de su deuda a partir de la pesificación asimétrica llevada adelante por el gobierno de Duhalde, siguieron la prórroga de sus licencias por diez años más (Res. 1326/2004)  la suspensión del cómputo de los plazos de las licencias (Decreto  527/2005) y la Ley de preservación de bienes y patrimonios culturales (o "ley Clarín” 25750/2003), así como el permiso otorgado para realizar la fusión entre cablevisión y multicanal (Dict.  637/2007).  Todas medidas impulsadas por el kirchnerismo en el transcurso de sus gestiones.
Durante el “conflicto” con el campo en el 2008, Clarín comienza alineado al oficialismo. Luego, se retrae y se constituye como elemento sustancioso dentro de la “oposición” en el marco de un corrimiento parlamentario, de gobernadores e intendentes que tiene su corolario en las elecciones legislativas de 2009. 


Conclusión
El famoso artículo del 33% “para organizaciones sin fines de lucro” fue uno de los caballitos de batalla del kirchnerismo y significó el apoyo de la ley por parte de diversas organizaciones y medios de comunicación alternativos. Sin embargo, a tres años de la sanción de la misma es claro que no hay lugar para ellos en el espectro radiofónico y televisivo y que las condiciones exigidas son imposibles de cumplir para la mayoría de ellos.
Entonces, cabe preguntarse por las consecuencias de la readjudicación de licencias. Sus beneficiarios son los nuevos capitalistas amigos del “modelo” (telefónica) frente a sus antiguos socios (clarín). Aún si el fallo judicial que se resuelve el "7D " obliga a Clarín a realizar la desinversión que promueve la ley, la readjudicación de licencias será en favor de otros capitales.
Es así, que  caracterizamos como un error político (sumamente irresponsable) cómo algunas agrupaciones abogan a la falsa dicotomía que propone el gobierno. Se convierten en sus simples reproductores y legitimadores. En tanto que oponerse a las corporaciones es oponerse a los capitalistas, la síntesis debería ser, lógicamente, oponerse a su garante que es el kirchnerismo. Ofrecerse como simple reproductor de la falsa dicotomía que plantea el gobierno es “hacerle el juego a la derecha”.