jueves, 28 de abril de 2016

La huelga docente ¿comienzo de la revuelta universitaria contra Macri?

El gobierno de Macri
Macri comenzó su gobierno con una evidente transferencia de ingresos en favor de los empresarios, especialmente para las fracciones mejor posicionadas en el mercado mundial, gracias a la devaluación de la moneda, la exención o rebaja de impuestos, el aumento de tarifas en los servicios básicos y de los precios de las mercancías de consumo popular y el crecimiento de la deuda pública. Esta transferencia sin precedentes en la historia del país por su magnitud y velocidad, es resultado de una ofensiva contra la clase trabajadora, motorizada por el nuevo gobierno y el conjunto del empresariado. Allende los palazos a quienes reclamaron, el rostro más crudo son los más de 140.000 despidos, entre ellos los empleados públicos cesanteados por administraciones de todos los niveles y partidos políticos (PRO, PJ, FPV, UCR, PS).

La Universidad
En el terreno universitario, el presupuesto y los sueldos son insuficientes desde la era kirchnerista (y antes también), al punto que hoy el salario más extendido del sistema universitario (ayudante de primera con dedicación simple) representa una cifra menor que un plan social como Argentina Trabaja: $2800. El drama se agudiza cuando constatamos que entre 8 y 9 de cada 10 pesos invertidos en la educación superior se asignan a salarios. Si observamos los aumentos de electricidad, gas y agua (del 500% al 700%), el ahogo presupuestario se convierte en la decapitación del sistema universitario, incluso para decanos y rectores afines al gobierno. Al mismo tiempo, la carestía y los incrementos en el costo del transporte público afectan a los estudiantes universitarios. En varias ciudades emergieron movilizaciones en reclamo de un boleto educativo, universitario y/o estudiantil.
La actual huelga docente es parte de este panorama crítico en el sistema universitario, donde el gobierno está construyendo una heterogénea coalición en su contra, que abarca desde numerosas autoridades, los gremios docentes y los centros, federaciones y agrupamientos estudiantiles de distintas vertientes ideológicas que presentan, naturalmente, posiciones encontradas entre sí.
Los docentes universitarios tienen el sueldo congelado hasta el invierno, porque todavía está vigente el acta paritaria de 2015, que estableció el nivel salarial actual. Conadu Histórica, la central de la docencia de la UBA, había rechazado el acuerdo el año anterior y desde hace seis meses reclama la reapertura de las paritarias, logrando ello en abril. Sin embargo, las conversaciones arrojaron propuestas inaceptables: en la primera reunión el Ministerio de Educación no ofreció ningún incremento salarial; en la segunda un 25% anual en dos tramos; en la tercera el porcentaje se redujo a un 15% semestral y en la cuarta, a un 30% anual en dos segmentos de 15%, cobrando el segundo aumento recién en enero de 2017. Esto significa que el gobierno se esfuerza por ofrecer a los docentes cada vez peores condiciones.
Esta semana del 25 al 30 de abril, el plan de lucha de ConaduH contempla 6 días de paro, clases públicas, acampe frente al Congreso y movilización. Representa la continuidad de otras dos huelgas por 48 hs. durante las semanas anteriores. Inclusive la otra central sindical de los profesores, Conadu, también realiza un paro de dos jornadas esta semana. Al cierre del jueves el paro tiene alto acatamiento en la UBA y va dejando una estela de gran participación docente y estudiantil en clases públicas, muchas de las cuales se convirtieron en vivos plenarios de debate político y educativo. Este panorama es intenso en Sociales y Filo, un poco menos en Psicología y asombrosamente fuerte en otras facultades de menor tradición combativa, como Medicina, Económicas, Arquitectura, Exactas e Ingeniería, destacándose también las actividades de varias sedes del CBC.
Al mismo tiempo, el movimiento huelguístico y de las clases públicas también tiene fuerza en varias universidades nacionales, como la Universidad Nacional del Sur en Bahía Blanca, la de La Plata, de Tucumán, Córdoba, Luján, Río Negro, El Comahue, Jujuy, Cuyo, Rosario, General Sarmiento y del Nordeste, entre otras. En varias ciudades, estos hechos replican los de años anteriores, pero en un contexto diferente, porque la resistencia está constituyéndose a nivel nacional.

Las condiciones para la revuelta universitaria contra Macri
Pero ¿Cuáles son las condiciones para el comienzo de un ciclo de luchas en la Universidad argentina? En primer lugar el ajuste sobre un ámbito donde el argumento usual de “poner fin al derroche kirchnerista” es más ridículo que en ninguna parte. Ni siquiera los rectores y decanos radicales (aliados del PRO) esgrimen esas palabras, puesto que antes de Macri las universidades más grandes ya estaban en una crisis presupuestaria crónica y los salarios docentes eran irrisorios.  
En segundo lugar porque muchos sectores que eran conscientes de esta situación hoy, que ya no está “su gobierno”, pueden plegarse desde sus posiciones a las movilizaciones, siempre que estas existan.
En tercer lugar, porque el ajuste y la ofensiva patronal golpean a funcionarios universitarios, docentes y estudiantes. De distinta manera, pero afecta a todos sin que se ofrezca solución a ninguno de estos grupos.
En cuarto, y fundamental lugar, el paro docente ocurre en una semana caracterizada por la movilización de las cinco centrales sindicales para el día viernes 29, un evento que se supone será masivo y puede ser una inflexión en la sorda complicidad de buena parte de la CGT y la CTA con la política del gobierno de Macri.
El movimiento está naciendo. Los docentes y estudiantes están saliendo a las calles. Esta puede ser la primera experiencia para toda una generación estudiantil, todavía estamos conociendo su punto de partida ideológico y organizativo. Habrá que ver en qué nivel de maduración llegan las novedades esperables en las próximas semanas: respuestas en cuanto al presupuesto, a los reclamos docentes y al problema del boleto estudiantil; instancias de diálogo y/o represión, intentos de cooptación y división del movimiento por parte del gobierno o de grupos internos con lazos políticos con partidos del orden (peronistas y radicales en sus gradientes).
Las organizaciones de izquierda, con experiencia de años en la lucha universitaria, deben tomar el timón del movimiento y brindar la orientación para que sea masivo y combativo, evitando discusiones internas estériles, aglutinando a la vanguardia, despertando a los sectores más pasivos y condicionando a los grupos menos confiables, de reconocida trayectoria oportunista y/o colaboracionista, cuando no reaccionaria.

Mariano Millán

Buenos Aires, 28 de abril de 2016