El gobierno de Macri
Macri comenzó su
gobierno con una evidente transferencia de ingresos en favor de los empresarios,
especialmente para las fracciones mejor posicionadas en el mercado mundial,
gracias a la devaluación de la moneda, la exención o rebaja de impuestos, el aumento
de tarifas en los servicios básicos y de los precios de las mercancías de
consumo popular y el crecimiento de la deuda pública. Esta transferencia sin
precedentes en la historia del país por su magnitud y velocidad, es resultado
de una ofensiva contra la clase trabajadora, motorizada por el nuevo gobierno y
el conjunto del empresariado. Allende los palazos a quienes reclamaron, el
rostro más crudo son los más de 140.000 despidos, entre ellos los empleados
públicos cesanteados por administraciones de todos los niveles y partidos
políticos (PRO, PJ, FPV, UCR, PS).
La Universidad
En el terreno
universitario, el presupuesto y los sueldos son insuficientes desde la era
kirchnerista (y antes también), al punto que hoy el salario más extendido del
sistema universitario (ayudante de primera con dedicación simple) representa
una cifra menor que un plan social como Argentina Trabaja: $2800. El drama se
agudiza cuando constatamos que entre 8 y 9 de cada 10 pesos invertidos en la
educación superior se asignan a salarios. Si observamos los aumentos de
electricidad, gas y agua (del 500% al 700%), el ahogo presupuestario se
convierte en la decapitación del sistema universitario, incluso para decanos y
rectores afines al gobierno. Al mismo tiempo, la carestía y los incrementos en
el costo del transporte público afectan a los estudiantes universitarios. En
varias ciudades emergieron movilizaciones en reclamo de un boleto educativo,
universitario y/o estudiantil.
La actual huelga
docente es parte de este panorama crítico en el sistema universitario, donde el
gobierno está construyendo una heterogénea coalición en su contra, que abarca
desde numerosas autoridades, los gremios docentes y los centros, federaciones y
agrupamientos estudiantiles de distintas vertientes ideológicas que presentan,
naturalmente, posiciones encontradas entre sí.
Los docentes
universitarios tienen el sueldo congelado hasta el invierno, porque todavía
está vigente el acta paritaria de 2015, que estableció el nivel salarial
actual. Conadu Histórica, la central de la docencia de la UBA, había rechazado
el acuerdo el año anterior y desde hace seis meses reclama la reapertura de las
paritarias, logrando ello en abril. Sin embargo, las conversaciones arrojaron
propuestas inaceptables: en la primera reunión el Ministerio de Educación no
ofreció ningún incremento salarial; en la segunda un 25% anual en dos tramos;
en la tercera el porcentaje se redujo a un 15% semestral y en la cuarta, a un
30% anual en dos segmentos de 15%, cobrando el segundo aumento recién en enero
de 2017. Esto significa que el gobierno se esfuerza por ofrecer a los docentes cada
vez peores condiciones.
Esta semana del
25 al 30 de abril, el plan de lucha de ConaduH contempla 6 días de paro, clases
públicas, acampe frente al Congreso y movilización. Representa la continuidad de
otras dos huelgas por 48 hs. durante las semanas anteriores. Inclusive la otra
central sindical de los profesores, Conadu, también realiza un paro de dos
jornadas esta semana. Al cierre del jueves el paro tiene alto acatamiento en la
UBA y va dejando una estela de gran participación docente y estudiantil en
clases públicas, muchas de las cuales se convirtieron en vivos plenarios de
debate político y educativo. Este panorama es intenso en Sociales y Filo, un
poco menos en Psicología y asombrosamente fuerte en otras facultades de menor
tradición combativa, como Medicina, Económicas, Arquitectura, Exactas e
Ingeniería, destacándose también las actividades de varias sedes del CBC.
Al mismo tiempo,
el movimiento huelguístico y de las clases públicas también tiene fuerza en
varias universidades nacionales, como la Universidad Nacional del Sur en Bahía
Blanca, la de La Plata, de Tucumán, Córdoba, Luján, Río Negro, El Comahue, Jujuy,
Cuyo, Rosario, General Sarmiento y del Nordeste, entre otras. En varias
ciudades, estos hechos replican los de años anteriores, pero en un contexto
diferente, porque la resistencia está constituyéndose a nivel nacional.
Las condiciones para la revuelta universitaria
contra Macri
Pero ¿Cuáles son
las condiciones para el comienzo de un ciclo de luchas en la Universidad
argentina? En primer lugar el ajuste sobre un ámbito donde el argumento usual
de “poner fin al derroche kirchnerista” es más ridículo que en ninguna parte.
Ni siquiera los rectores y decanos radicales (aliados del PRO) esgrimen esas
palabras, puesto que antes de Macri las universidades más grandes ya estaban en
una crisis presupuestaria crónica y los salarios docentes eran irrisorios.
En segundo lugar
porque muchos sectores que eran conscientes de esta situación hoy, que ya no
está “su gobierno”, pueden plegarse desde sus posiciones a las movilizaciones,
siempre que estas existan.
En tercer lugar,
porque el ajuste y la ofensiva patronal golpean a funcionarios universitarios,
docentes y estudiantes. De distinta manera, pero afecta a todos sin que se
ofrezca solución a ninguno de estos grupos.
En cuarto, y
fundamental lugar, el paro docente ocurre en una semana caracterizada por la
movilización de las cinco centrales sindicales para el día viernes 29, un
evento que se supone será masivo y puede ser una inflexión en la sorda
complicidad de buena parte de la CGT y la CTA con la política del gobierno de
Macri.
El movimiento
está naciendo. Los docentes y estudiantes están saliendo a las calles. Esta
puede ser la primera experiencia para toda una generación estudiantil, todavía
estamos conociendo su punto de partida ideológico y organizativo. Habrá que ver
en qué nivel de maduración llegan las novedades esperables en las próximas
semanas: respuestas en cuanto al presupuesto, a los reclamos docentes y al
problema del boleto estudiantil; instancias de diálogo y/o represión, intentos
de cooptación y división del movimiento por parte del gobierno o de grupos
internos con lazos políticos con partidos del orden (peronistas y radicales en
sus gradientes).
Las
organizaciones de izquierda, con experiencia de años en la lucha universitaria,
deben tomar el timón del movimiento y brindar la orientación para que sea
masivo y combativo, evitando discusiones internas estériles, aglutinando a la
vanguardia, despertando a los sectores más pasivos y condicionando a los grupos
menos confiables, de reconocida trayectoria oportunista y/o colaboracionista,
cuando no reaccionaria.
Mariano Millán
Buenos Aires, 28
de abril de 2016