(de próxima aparición en "Estrella Roja")
Hace pocos días se desarrollaron las
elecciones de CONADUH, una de las tres federaciones gremiales de los docentes
universitarios de nuestro país. Votaron alrededor de 5.000 afiliados y en la
UBA lo hicieron aproximadamente 900 personas. El número no es muy grande,
aunque tampoco está por debajo de los comicios anteriores. Los resultados parecieran
paradójicos, puesto que la lista que más votos obtuvo, aquella encabezada por
el Partido Comunista Revolucionario y el Partido Obrero (apoyada con más o
menos reservas por los docentes de otras organizaciones del Frente de Izquierda
y los Trabajadores, aunque sin ser una lista del FIT) no pudo hacerse con la
conducción del organismo. Ocurre que el criterio federativo del estatuto impone
la elección de la dirección a través del voto de los delegados de cada asociación
de base. Siendo aquellas las reglas, quien más delegados pudo acreditar fue la coalición
de centro-izquierda-kirchnerismo Frente
de Trabajadores Docentes Universitarios, un sector heterogéneo en el que
convergen dirigentes afines a ambas corrientes de la CTA, otros del Frente
Amplio Progresista, del radicalismo, del Partido Comunista y del Partido de
Liberación ¿Qué conclusión sacar? ¿Es preciso que se cambie el estatuto o es menester
trabajar en función de ganar las asociaciones de base donde aún no se pudo
hacer pie? No se debe descartar el reclamo por la primera de las alternativas,
sin embargo la fuerza debe estar puesta en la segunda, puesto que es la que
permite articular una perspectiva de trabajo gremial para la izquierda.
Esto se agudiza como orientación para la
actividad militante puesto que la lucha docente durante 2012 ha sido bastante
acotada y los paros tuvieron una observancia dispar. La situación salarial y
laboral es de las peores de la administración pública y del conjunto de los
trabajadores argentinos si ponderamos la remuneración con la formación
requerida para el puesto. En el caso de la UBA se agrega un fenómeno por demás
irritativo: la cesantía de más de 600 docentes que ya tienen 65 años de edad,
violando en muchos casos la ley de derecho a opción.
Como se puede leer en muchos diarios de
circulación nacional, esta medida draconiana del Rector Hallú ha desatado una
fuerte polémica, cosechando el rechazo de las fuerzas de izquierda a quiénes se
han sumado, con declaraciones y petitorios, algunas figuras de la
intelectualidad kirchnerista y también determinadas instituciones conducidas
por ellos como la Facultad de Ciencias Sociales. En esto hay que ser muy claro:
el kirchnerismo no rechaza las cesantías. Ni el Rector de la UBA (obviamente)
ni el gobierno se han manifestado contra la medida. Aquellos que lo hicieron no
pasaron de alguna declaración, sin que eso les obligase a moverse en el sentido
de un reclamo o alguna actividad que los llevase a converger con la izquierda. En
este sentido resulta ominoso el hecho de que muchos de los librepensadores
kirchneristas, frente al apoyo de AGD a la lucha estudiantil de 2010, han
dividido al gremio fundando una asociación de base de la CONADU cuyo máximo
dirigente es Mario Toer y poblada por docentes habitué de Página 12 y otros
medios zalameros del gobierno. La otra parte de la vergüenza es la que le
corresponde a los que son o fueron gestión de facultades como Sociales o
Filosofía y Letras, aquellos que al desastre presupuestario le han sumado el
descalabro en la administración de la miseria, teniendo una enorme planta
docente en situación absolutamente irregular y posponiendo eternamente una
política de regularización de las condiciones laborales.
En estas circunstancias la CONADUH ha
decidido llamar a una nueva huelga docente para los días 9, 10 y 11 de octubre
y AGD UBA llama a darle contenido con la realización de clases públicas. La
medida empalma con el paro y movilización a Plaza de Mayo que están organizando
la CTA y el sector de la CGT encabezado por Hugo Moyano para el antedicho
miércoles 10. Creemos que es preciso coordinar con estos sectores que
episódicamente han realizado demostraciones de fuerza en las calles durante
este año. Al mismo tiempo señalamos la necesidad de vincularnos con los
trabajadores estatales de la provincia de Buenos Aires y también con los
estudiantes y docentes de la Ciudad que están pugnando contra la reforma de la
educación técnica que impulsa el PRO por expreso pedido de la cartera educativa
del gobierno nacional.
Para ello la izquierda debe sobreponerse
a las distintas variaciones del sectarismo y actuar mancomunadamente en este
escenario. El FIT, como frente, debe caminar en esa orientación y con esa
identidad. Somos conscientes de que lo dicho contrasta con la actitud de
algunos grupos de esta coalición que parecen alejarse día a día y de que el FIT,
allende su precaria asamblea de intelectuales, no ha podido coagularse más allá
de las elecciones de hace ya un año. No hay listas únicas en los gremios y
tampoco un debate fraterno con la continuidad necesaria como para cooperar más
en distintos frentes de masas. La izquierda, que debe ser el factor consciente,
tiene que presentarse unida y firme frente al fenómeno de fraccionamiento
sindical que viven la CTA y la CGT por la presión del gobierno. Es una tarea de
primer orden organizarse y dejar de lado rencillas internas para aprovechar
como izquierda las oportunidades políticas que se presentan en estas
movilizaciones sindicales, para potenciar la organización de la clase
trabajadora en momentos en que el gobierno se ha dedicado a fracturarla para
continuar cargando el peso de la crisis económica sobre la espalda de los
asalariados.
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